Bombardeo de Santander.

-Santanderinos: ahí os mando los confites para Navidad. 

 

Gonzalo Queipo de Llano (1875-1951) a través de los micrófonos de Radio Sevilla:

 

Así anunciaba el tipo que estuvo más de cincuenta años descansando ¿en paz? en la Macarena de Sevilla. Era domingo día 27 de diciembre, del año 1936, el día que la ciudad santanderina se regodeaba al mediodía con el regalo de un cálido y escaso sol invernal. La guerra atenuaba el entusiasmo de la gente, pero recibir en medio de las navidades el regado de un día para pasear, los mayores, jugar los niños y solearse los viejos, eliminaba la penumbra de esa amenaza que se cernía demasiado cerca.

Santander, era entonces una de las provincias de Castilla la Vieja; en las últimas elecciones habían ganado las derechas de la CEDA y de Renovación Española, con 77.763 votos, que se traducían en cinco diputados, mientras que el Frente Popular conseguía tan solo 61.250 votos y dos diputados, por lo que fue extraño que la provincia no se sumara al levantamiento fascista de 1936.

No lo hizo en parte por un cierto titubeo del coronel Argüelles  al que no le faltaban ganas de unirse al golpe pero dudó lo suficiente para que las fuerzas vivas de la ciudad intervinieran los teléfonos impidiendo que el estado mayor golpista diera ordenes al coronel. También debió influir que el barco,  Jaime I, estuviera amenazando desde la bahía con sus cañones al cuartel del Alta. La conspiración fracasó, el coronel Argüelles fue encarcelado por los fieles a la República y luego fusilado por Franco, que no tenía mucha piedad para los dudosos por mucho que fueran coroneles.

La ciudad se mantuvo fiel al gobierno legal, como decimos, siendo  pronto punto de mira de los ataques del  bando golpista. Hubo varias incursiones aéreas  de reconocimiento por el cielo santanderino mientras que los viandantes contemplaban aquellos pájaros amenazadores sin demasiado temor. Una de las incursiones se produjo el 19 de diciembre,  cuando sobre las doce del mediodía, ocho trimotores Junkers J-52 atacaron la empresa Constructora Naval de Reinosa, provocando importantes pérdidas materiales pero ninguna víctima. En otras ocasiones la aviación alemana avanzaba sobre la ciudad con su molesto y amenazante ruido  retirándose  poco después sin soltar la carga mortal. Las sirenas de aviso sonaban pero  nada pasaba por lo que el pueblo santanderino no hizo caso cuando minutos antes de la una de la tarde del domingo 27 de diciembre,  el grito de la sirena avisó que llegaban los aviones alemanes. Era la Legión Cóndor hitleriana que ensayaba con nuestras ciudades lo que luego desarrollaría por Europa.

Una de las supervivientes que perdió a su hermana pequeña que caminaba de su mano ese día aciago, recuerda con dolor el ruido de las bestias metálicas y confiesa con más de noventa años que nunca pudo olvidarlo.

En el Barrio Obrero del Rey*, había un mercadillo donde  las familias  hacían sus compras mientras se solazaban por la zona del Alta, también por Antonio López, Marqués de la Hermida, Porrúa, Maliaño y por los aledaños de la empresa Curtidos Medicuague, referente en esa zona de la ciudad por dar trabajo a numerosos vecinos. Todos eran barrios obreros. Todos los habitantes eran gente trabajadora…

Las sirenas sonaron pero nadie buscó refugio al escucharlas. Tampoco se habían escuchado en Santander las arengas del criminal Queipo augurando el regalo de muerte que dejarían los nazis aliados,  por eso dejaron la vida pasar sin correr a los refugios. Solo que los monstruos alemanes que surcaban el aire esta vez no venían de vacío. Eran nueve trimotores Junkers J-52, bombarderos que iban escoltados por nueve biplanos de caza, Heinkel H-51. Procedían de Burgos, entraron  bordeando la costa santanderina para adentrarse por el oeste de la ciudad , desde La Maruca hasta la zona obrera  dejando caer la carga mortífera en los barrios nombrados anteriormente.

El horror y la muerte se apoderaron de la gente que paseaba tranquilamente. Hubo personas que estando  dentro del Barrio Obrero corrieron hacia la calle principal, siendo fatal la decisión puesto que, en lo que hoy es parque Medicuague, cayeron varias bombas y mataron sin piedad a quien allí estaba mientras que en el núcleo del barrio no hubo víctimas.

De momento se contabilizaron 69 muertos que ascendieron hasta los 94 en los días siguientes debido a las heridas de las que no pudieron recuperarse. Entre las víctimas muchos niños/as que jugaban en la calle.

Los voceros del régimen  intentaron justificar el bombardeo consignando que la aviación alemana confundió los barrios  bombardeados con  un acuartelamiento de asturianos que venían a reforzar el frente vasco. O con el Cuartel María Cristina…incluso se dijo que pensaron que eran las instalaciones de CAMPSA en la bahía santanderina. Vanas disculpas que no convencen a nadie porque tal como apunta el historiador Fernando Obregón, que recuerda como el bombardeo de Guernica se le  apuntaron a las fuerzas republicanas y durante años esa fue la versión oficial. El equívoco hubiera sido bombardear a un barrio rico, cosa que jamás ocurrió. Ni el Paseo Pereda, Sardinero, o en Madrid, en barrio de Salamanca tuvieron bombardeos jamás tanto es así que la gente de los barrios en cuanto escuchaba el ulular de sirenas, corría hacia los lugares en los que sabía que nunca caerían bombas…Los ejecutores libraban a los poderosos de grito mortal.

La cristiana escritora cántabra Concha Espina, en un libro que escribió al acabar la contienda, donde refiere los “crímenes rojos” durante la guerra soslaya el suceso del criminal bombardeo sin apenas dedicarle espacio.

El destrozo de las bombas fue terrible. Casas derruidas, ajuares perdidos…pero lo que indignó a los vecinos/as, fue la muerte de un número elevado de niños. Hay quien apunta a que fueron mujeres empuñando cuchillos boniteros quienes arremetieron encabezando la respuesta terrible que se dio al bombardeo. Esa misma tarde un grupo grande de población enardecida, encaminaron los pasos y la rabia hacia el barco “Alfonso Pérez” atracado en la bahía y convertido en prisión de derechistas. Lo de que fueran mujeres no se sabe con certeza, lo que sí parece confirmado es que fue el comisario de policía Manuel Neila, de triste memoria por su sadismo represor,  y el director de Justicia, Teodoro Quijano, fueron quienes encabezaron el linchamiento.

 

El barco fue asaltado por la furia devastadora de los vecinos que habían perdido familia o que habían visto con horror el destrozo de las bombas a gente inocente. Al dolor se le sumó otro crimen que desencadenó la historia negra que emponzoñó durante muchos años la historia de la represión en Cantabria.

En el asalto al Alfonso Pérez perecieron 156 personas. Fue un suceso incalificable de linchamiento que jamás debió suceder. Un crimen evitable y deleznable.

Durante los largos y pesados años del franquismo se realizaron homenajes varios a las víctimas del “Alfonso Pérez”. Todos los nombres están registrados como héroes de la patria, labrados en la catedral, existe un monolito en Ciriego que recuerda a sus víctimas. Sus familias pudieron enterrar a sus muertos, llorarlos muchos años y cobrar las indemnizaciones que fueran precisas…No ocurrió lo mismo con las víctimas del bombardeo puesto que una nube de olvido y negación las ocultó durante muchos años.

 

Lo triste. Lo terriblemente triste es que la Asociación de Héroes de la República, historiadores y otras entidades memorialistas además de distintas instituciones llevan(mos) tiempo intentando realizar un monolito, colocar  una placa explicativa en la zona,  que recuerde a las víctimas del bombardeo con nulo resultado.

 

Ni el Ayuntamiento, ni la Comunidad dan respuesta al anhelo de hacer memoria de las víctimas de ese aciago domingo de diciembre, para recuerdo de la barbarie humana y honra a los inocentes que perecieron.

No hay respuesta. No hay ganas. No hay intención. Ni por parte la administración ni por alguna asociación de vecinos que torpedean el proyecto o lo ningunea con un silencio cómplice.

Suponemos que en el Ayuntamiento que debiera ser de todos/as  las habitantes de Santander, pero en la Casona,  siguen pensando que solo gobiernan para los que ganaron la guerra.  Tienen muy presente que hay víctimas de primera y de segunda. Las suyas, con todos los honores y merecimientos. Las del otro bando,  solo las paga el olvido.

El día que podamos llorar y recordar a todas por igual estoy segura de que parte de los problemas de nuestro país pasarían de página y podríamos abrazar la verdad con el mismo ímpetu que a los/as todos los muertos por la barbarie. Y ese día, todos/as sin exclusión, descansarán en paz a la vez que nosotras creceríamos como personas labrando una historia común.

 

María Toca Cañedo©

https://eldiariocantabria.publico.es/articulo/memoria/memoria-evanescente-xviii-bombardeo-dejo-existir/20200927142825083607.html?utm_campaign=twitter

*Barrio Obrero del Rey, la barriada más dañada de la ciudad, como ya se ha comentado. La construcción del Barrio Obrero comenzó el 20 de agosto de 1925 y los trabajos se prolongaron hasta el año 1928. El autor del proyecto era el arquitecto Ramón Lavín Casalí y su constructor fue Domingo A. Alonso. Los cooperativistas pagaron una entrada de mil pesetas y las cuotas mensuales eran de 35 porque, decían las crónicas de la época, “el obrero, como todo hijo de Dios tiene derecho a un albergue para él y para su familia en sitio saneado, limpio e higiénico.” Su diseño de casas bajas de tres plantas, el trazado de calles anchas y patios, la estructura perimetral (con muro perimetral y candado en su día) y sus dotaciones iniciales (economato, escuela, etc) han servido para que este lugar sea ejemplo para charlas de arquitectos.

Cortesía de  https://barrioobrerodelrey.blogspot.com/

 

Sobre Maria Toca 1555 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

4 comentarios

  1. Enhorabuena. Creo que es obligado recordar permanentemente lo ocurrido en un periodo aciago de la historia de nuestro país. Y en ocasiones , darlo a conocer previamente.

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