Esguinces del corazón

Te miro cuando creo que no me miras, ocupada en mirarlo a él. En un mundo perfecto cualquiera, él debería devolverte la mirada e incluso sonreírte, pero lo que hace es observar a la chica que me mira a mí. Somos cuatro vértices de un cuadrado que gira alrededor de una incomprensión. Quisiera saber de tu vida pero acabo preguntándote por el tiempo, y como tú no tienes demasiado para mí, me das la hora con displicencia ocupada en buscar la mejor manera de iniciar conversación con él, pero él apaga tus intentos bromeando con bastante mala pata con ella, que a su vez me pregunta con indiferencia a que hora tengo yo la consulta. Si pudiera mirarla sabría que sus ojos no dicen realmente eso. Aquí los cuatro en la sala de espera de Cardiología. Que tontos. Como si no supiéramos ya que todos los esguinces del corazón se derivan a la última planta, donde el diagnóstico es siempre el mismo y la cartilla solo cubre esas insípidas pastillas de tiempo.

Texto: Juan Boucicaut

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