LA CUENTISTA DE BÓOS

 

Me habría ilusionado más si la abuela Águeda, hubiese podido ver el retrato que le he pintado con acrílicos, usando como plantilla uno de los cuadros de Van Gogh, Campesina cocinando en la chimenea. Lo único que he cambiado es su rostro, lo demás lo conservo. Mi recuerdo de ella es el de una mujer vestida con sayas negras, una encima de otra y yo debajo de todo aquel barullo de telas, bien apretada a su pantorrilla. Ella sacaba una perra gorda de la faldriquera, como propina, para que yo lo gastase en gaseosa.

Desde que he dejado de trabajar asisto a clases de pintura. Mateo me dijo que no era bueno perder tanto el tiempo, que mejor sería dedicarlo a algo de provecho y me apuntó a técnicas de óleo en la Universidad Popular. Él asiste a un curso de ornitología. Es muy práctico, porque vamos juntos en el coche y volvemos a la vez con mil anécdotas que contarnos. Es una estrategia que usamos de regreso, conduciendo a casa para que no nos invada la monotonía de muchos matrimonios jubilados.

Van Gogh habría retratado a tu abuela, si hubiera pasado por Bóos”, me espetó cuando vio el cuadro ya colgado en el salón. Estoy convencida de ello: Águeda era una mujer de envergadura, desde niña acostumbrada a lidiar con el ganado  en la soledad de la majada, provista solo de un zurrón para llevar un mendrugo de pan y algo con lo que entretener el espíritu. Leía todo lo que caía en sus manos que por aquel entonces se limitaba a libros de santos y al catecismo que le prestaba el cura. Hasta el mismo abate propuso a Águeda para seguir estudios, pero los padres no tenían dinero. La casaron, aunque tarde, y siguió con el trabajo duro de campo y de un hogar sin lavadora ni cocina ni calefacción ni agua corriente.

Águeda se levantaba temprano antes de que salieran los primeros rayos de sol con el frío calándole los huesos para encender el fuego en la chimenea con apenas dos palos de leña; ordeñar los animales con unas manos todavía heladas; ir a lavar a la poza la ropa sudada y sucia del campo y seguir con el resto de tareas. Por la noche, ya exhausta, se sentaba a la lumbre a preparar la olla para el día siguiente y a zurcir calcetines para la prole, mientras tejía historias que antes de sacudirles el polvo de la era, y acostarlos.

Yo la conocí poco y tarde. Nos separaban más de sesenta años. ¡Cómo me hubiera gustado haberla disfrutado más tiempo! ¡Dormirme con el arrullo de sus cuentos en las noches invernales! Cuando el viento silbaba alrededor de la casa entre los enebros del camino a Bayubas y los carrizos del río Sequillo Cuando la oscuridad caía negra como una capa jesuítica, que la helada de la mañana convertía en blanca casulla. De sentir su mano por los montes de pinos entre los aromas de espliego y tomillo en primavera!

Estoy segura de que le habría gustado el lugar sobre la lumbre donde he colgado su retrato, como si nos acompañara durante las noches de aburrida programación televisiva para cerebros gruyere.

A Mateo el sitio le ha parecido perfecto y ha propuesto veladas en las que retomemos la lectura en voz alta o en la que nos contemos historias al estilo de Águeda. Creo que es una excelente idea, le he comentado.

Pienso que podemos invitar a amigos bien en encuentros virtuales bien a cenas ligeras. Porque al fin y al cabo lo importante son los relatos. Sí, ya veo que Mateo sigue con su plan de no dejarnos caer en el tedio de los matrimonios que envejecen juntos.

Arancha Naranjo

Sobre Arancha Naranjo 17 artículos
Arancha Naranjo Lumbreras (Palencia, 1969). Española, educada en varios países europeos: Francia, Rusia, Dinamarca. De formación Historiadora y Bibliotecaria, ha incursionado también en el mundo del Derecho, a través de su trabajo en la Administración Pública. En la actualidad se dedica a la escritura, habiendo publicado cuentos en varias Antologías colectivas: Desde el confinamiento: Relatos de urgencia, proyecto del Hospital de Brugos; Antología de Labios rojos, chocolate y una rosa, proyecto amadrinado por Rosa Montero que surgió de las colecciones de Carmín y Chocolate; y ahora participa en un proyecto coordinado por Liliana Blum que ha surgido de los Talleres de Sonia Higuera.

Sé el primero en comentar

Deja un comentario