No estás sola

La mentira más grande que nos contaron y tragamos era la de que estábamos solas.
Y no era cierto.
No es cierto que estés sola.
Ni tú, ni tus amigas, ni tu vecina, ni Rocío Carrasco, ni ninguna mujer del nivel formativo, situación socio-económica o edad que sea.
-Mujeres quemadas, asesinadas, troceadas aparecen en parques y polígonos.
-Chicas que sufren violación, piden ayuda y vuelven a ser violadas por los que las llevan en ambulancia.
-Madres e hijos huyendo de señores que vuelven a la insegura vivienda borrachos y con las dosis de violencia multiplicadas en bucles diarios.
-Agresiones sexuales en fiestas, en conciertos, en pandillas.
-Desaparición de nuestros cuerpos porque un vecino «se obsesionó» con como argumento periodístico.
Nos cogéis, nos dejáis, utilizáis, abusáis, apalizáis, asesináis. Usáis niños y niñas para violarlos y grabar sus torturas, difundidas en redes para que hombres con cara de normalidad se masturben mirando semejante pesadilla indefensa.
Mentís negando los datos y las evidencias, nos hacéis sentir culpables de nuestras defensas y corazas colocadas para tapar las grietas del dolor, nos acusáis de histéricas, locas, desequilibradas, exageradas, de victimizarnos y equiparáis violencias y maltratos, sobrevisibilizando la excepción.
Valoráis nuestros físicos con nota, nos miráis como objetos, parceláis nuestros cuerpos y puntuáis su valía, nos insultáis si nos salimos de los cánones establecidos como válidos y nos adjetiváis con palabras hirientes si caminamos con la barbilla de guerrera levantada.
No entendéis un no, dos noes, tres y si nos deseáis u os fijáis en nosotras y nos elegís es preceptivo corresponder en la misma medida o aparecerá implacable el cartel de puta, frígida o creída.
Mandáis por las redes comentarios soeces, fotopollas, propuestas de sexo salvaje, tríos y demás sin conocernos. De nada.
Y no, no es victimismo.
Estas son nuestras realidades. Las de los feminicidios, violaciones, asesinatos, vejaciones a nuestros cuerpos y los de aquellos que deben ser cuidados y atendidos.
Y ante estas existencias descarnadas y contundentes se lanza un banco de niebla minimizador o nos agitamos en conmociones sociales de un minuto.
¿No todos los hombres?
No. Por supuesto que no.
No todos los hombres, pero sí son hombres.
Y aún con todo ello, no creamos jamás que estamos solas.
Somos muchas (y algún que otro) las que nos cogemos las manos, escuchamos, apoyamos, peleamos y visibilizamos la violencia estructural contra las mujeres y niños.
Somos todas las que nunca nos creímos el mensaje atemorizador de:
-Así ningún hombre te va a querer.
-Cállate y no cuentes.
-Eres una mala madre.
-Sin mí no eres nadie.
Muchas, Rocío Carrasco. 💜
María Sabroso.
Sobre María Sabroso 109 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

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