
Hay que tomar aire. Ante las cosas que se leen o se escuchan y sobre todo ante las que vemos.
Tomar aire y respirar muy fuerte. Inhalar llenando de aire puro nuestros pulmones para que la carroña no se los coma del todo. Leer la baba malvada que se ha soltado sobre Luna, por ejemplo, la joven que abraza al inmigrante famélico que ha cruzado a nado la distancia justa para creerse a salvo. Esa foto icónica nos conmueve y nos reconcilia. Les reconozco que me inundó una emoción palpable al comprobar que hay jóvenes con la capacidad de sentir piedad por la humanidad sufriente. Claro que luego llegan los vómitos biliosos de la basura humana, y es cuando hay que respirar. Para no envenenarnos de odio y violencia contra esa sarna humana. Para no convertirnos en ellos, mismamente, porque nos separa mucha distancia. Afortunadamente. Y que siga, la distancia, digo.
En estos días hemos leído cosas (aquí en https://www.lapajareramagazine.com/que-ala-te-confunda-mohamedcon una crónica precisa de José Antonio Illanes, también) sobre ese medieval reinado de Marruecos. Y nos hemos felicitado ¡oh, oh, oh, que guays que somos! por no recibir a las personas que entraban con balas de goma, como en 2014 cuando perecieron 15 personas ahogadas por las balas y botes de humo de las Fuerzas de ¿Seguridad? españolas . No, ahora los recibimos con un ejército humano que les abraza, les limpia el horror un poco y los devuelve en caliente. Sin más. A menores incluidos. Sin preguntar qué espanto les ha traído a esa playa maldita del Tarajal.
Nos felicitamos por la humanidad que desprende nuestro país. Queremos a los negritos, claro, no les pegamos un tiro de goma como el gobierno del PP, o tiros de verdad si gobernaran esas almas turbias de Vox. Los queremos pero fuera, a menos que desde los santuarios de la fruta, o de alguna peonada se necesite mano de obra esclava. Entonces sí. Los dejamos entrar para seguir comiendo fruta y verdura barata. De todos es sabido que los negritos, moritas y africanitas varias se prestan a la esclavitud y nos trabajan por dos euros, porque mejor eso que morirse de hambre… ¡Las gracias debían dar a esos empresarios que los recogen de la miseria para llevarlos a barracones inmundos con una letrina cada doscientas personas y camas calientes porque se comparten!
Da mucho miedo soportar esta sociedad porque cuando a la gente se le arrebata todo, pierden hasta el miedo, cuando eso ocurra, a no tardar mucho, no habrá vallas, ni muros, ni balas que los paren. Asaltarán las fronteras de las gentes seguras y civilizadas, y nos comerán vivos. Por mucho que reforcemos una frontera, la rodeemos de alambres, por mucho que baleemos… cuando se pierde el miedo porque la vida vale menos que la muerte no hay nadie seguro. Solo la justicia social produce seguridad.
Y esto tan sencillo que las grandes potencias y los gobernantes, tan seriecitos y tan trajeados, no lo entienden. SOLO LA JUSTICIA PRODUCE SEGURIDAD. Si la población está a gusto no salta vallas. Si la población es libre no cruza el mar en cayuco. Me pregunto muchas veces si el dinero que damos a los sátrapas para que nos protejan con sus crímenes se empleara en crear trabajo, seguridad y prosperidad en los pueblos ¿serían necesarios los sátrapas? O simplemente les devolviéramos lo robado, todo el expolio que la vieja Europa hizo de sus colonias dejándolas paupérrimas. No harían falta gendarmes como el satripilla Mohamed. Se disolverían como ponzoña. Lo que son.
María Toca Cañedo©
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