VIAJE EN TEATRO

Una tarde de estas una amiga mía actriz fue sola al teatro. Al teatro hay que ir siempre solo en ese vuelo desde la butaca hasta el escenario donde nacen, crecen y mueren los sueños. Mi amiga actriz no volvió a casa sola sino ataviada de asombro por lo que acababa de ver. Suele ocurrir si vas al teatro, que te sale al encuentro un milagro y te das cuenta de que acabas de echar combustible para todas las almas que tienes en el almario.
Todas las vidas quieren ser otras vidas. Tarde o temprano el apetito de ser otro aparece. Unos se lo callan, otros se preguntan cómo se hace, otros tienen siempre ansia o prisa, nadie se conforma con ser uno mismo. Y si se para y aquí me quedo, mal asunto.
Si hay alguien ahora mismo con ese deseo de irse al otro, el viaje más rápido es en teatro.
Mi amiga del asombro había visto a Lope. Lope es en sí mismo un universo, abarca todos los éxtasis y todos los nublados. Paso a menudo por la iglesia donde cantó misa. Y estoy seguro de que mientras estaba tumbado en el suelo con los brazos en cruz vestido de alba y amito en otra iglesia toledana, no pensaba en los muslos de María, o de Elena, o de Isabel, o de Juana, o de Micaela, o de Jerónima, o de Antonia, sino en el dios al que se entregaba abrumado por la muerte.
Lope fue un dramaturgo que convirtió siempre el agua en vino. Como Federico García Lorca, otro dramaturgo que amasó la lírica para el escapismo de la realidad. O para ser más exactos, para contar una historia desde un hecho concreto que hoy se habría perdido entre los sucesos. El teatro te da la posibilidad de edificar una memoria grande donde se asienta solamente la fugacidad.
Si nos paramos en su bellísima obra » El caballero de Olmedo» sabemos que Lope no partió de una seguidilla o de una leyenda, sino de un crimen en el que murió don Juan de Vivero a manos de Miguel Ruiz. Un crimen real motivado por una enemistad, sirvió a Lope para construir una obra dramática.
En el caso de García Lorca, el viaje en teatro tiene el mismo recorrido y el mismo textil. Francisca
(Paquita la Coja), novia de Casimiro huye con su primo Francisco, y el primo de Casimiro mata a tiros a Francisco.
Desde este suceso ocurrido en el Cortijo del Fraile, Federico transforma la realidad en una seducción dramática para la historia.
Dos crímenes que se hubieran perdido en el olvido local alcanzan la universalidad gracias al poder transformador del teatro. Pero el teatro no elude la realidad, ni siquiera en estos dos casos donde la dramaturgia acude o se acerca al llamado teatro poético.
El próximo día 29 de junio, un grupo de actores y actrices nos van a llamar desde la Sala Margarita Xirgu de Alcalá de Henares para repetir la misma liturgia: volver al feroz realismo de una época y transformarla en una atracción dramática y lírica que hoy hace palidecer renuncias y crueldades. La llamada es Torre del Aire y no tiene otra pretensión que ser un hecho teatral, testimonio de una lucha por la libertad.
Agradecidos si alguien sale como mi amiga actriz, con más felicidad de la que llevaba al entrar.
Valentín Martín
Sobre Valentin Martín 60 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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