«Defender la noche como una trinchera… / defenderla de dios y del invierno…”

La noche como el último territorio libre para los hijos de nadie.
Se conmemoró hace poco  el Día del Migrante. Pero el migrante vive de noche, porque cuando camina de día suele seguir los pasos de Samba Martine o de Mame Mbayé.
En el capitalismo de casino no sale un mismo sol para todos. Según en qué rincón maldito del tablero nazcas, la vida te puede llevar a subirte a un camión, tras pagar más de 10.000 dólares por el billete, con dirección al paraíso. En tu maleta invisible, cargada desde la negra noche de los 500 años, el sueño clandestino de poder conseguir una vida. Viajar hacinado con otras 160 personas para encontrar la muerte en una curva por el exceso de velocidad del bróker.
Bajo otra línea imaginaria que separa al minúsculo mundo privilegiado del pobre, reposan los huesos de 40.000 seres humanos en la inmensa fosa del Mediterráneo. Hombres, mujeres y niños que una noche subieron a una patera de esperanzas ya perdidas de antemano.
Pero nacer en el primer mundo no evita vivir esta miseria. Te librarás de estar encerrado y a oscuras en un camión o una patera, deambulando en tierra de nadie o bajo la tela en un campo de refugiados, pero podrá desplomarse la muerte sobre tu cabeza trabajando para el hombre más rico del planeta, que decidió que era más importante servir los paquetes de navidad antes que salvar tu vida de un tornado en un almacén low cost en Illinois. Podrás sentirte afortunado de no ser uno de los cinco mil que llevan más de un año sin luz en las frías noches de la Cañada Real. Por no hablar de esta vertiginosa fábrica de infelicidad que genera más de diez suicidios diarios, la primera causa de muerte juvenil.
La noche tiene ojos felinos, y cuenta la historia de la lucha por la vida. En 1936 los “Hijos de la noche” fueron grupos guerrilleros que lograron infiltrarse en las filas fascistas y liberar a miles de personas de una ejecución segura. Su lema era: “No puedes perder más; solo puedes perder la vida”.
Ojalá existiera una guerrilla global para conseguir que aquellos que no pueden perder más tuvieran al menos un faro y una luna llena para recordarles que existen.
Igor del Barrio.
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Periodista. Bloguero.Escritor

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